Wáters ¡qué lugares!
El ser humano es sorprendente. En muy pocos años ha conseguido crear máquinas capaces de mostrar el interior del cuerpo humano en una pantalla (sin necesidad de llevar a cabo una vivisección), de conectar un extremo del planeta con el otro a tiempo real, de construir robots que realizan tareas de manera más precisa y eficiente que las personas. No obstante, pese al avance técnico, científico y artístico todavía hay un par de aspectos que se han mantenido constantes. Los clásicos temores del ser humano (a la soledad, la enfermedad y la muerte) son el primero; el otro, mucho más prosaico, es el que nos ocupa hoy: los baños públicos y los sucesos paranormales e incómodos que acontecen en su interior. En los aseos públicos de mujeres (puesto que la naturaleza me ha dotado de dos cromosomas X y, de momento, no cultivo el voyeurismo, son los únicos sobre los que puedo pontificar con verdadero conocimiento de causa), sucede un extraño fenómeno que me trae de cabeza. Se trata de la pres