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Mostrando entradas de febrero, 2018

La importancia de un buen desayuno

Cuando pasas del instituto a la universidad se supone que adquieres la suficiente madurez para madrugar cada mañana e ir a clase cuando ya nadie te obliga. Durante el primer curso, bien sea por el miedo al suspenso o el entusiasmo de lo nuevo, esto se cumple. Después, lo que sucede es que en vez de madurar, conforme pasan los años te vas poniendo cada vez más verde y al final acabas conociendo al profesor el día del examen final o ni eso -si, cual monarca del  Antiguo Régimen, es de los que mandan a un valido a examinar en su nombre-. ¿Y al acabar los estudios superiores? Pues ahí cada quie n tiene que buscarse la vida...o tener quien se la busque. En mi caso, acabé la carrera un miércoles de junio y al lunes siguiente empecé a preparar el Mir. Me encontré entonces en una nueva situación vital: no era una estudiante -pues la preparación en sí no constituye ningún tipo de estudios reglados-, tampoco una parada en el sentido estricto, ni una nini, ¿una opositora? tal vez, pero tampoco