Dark side of Facebook


Como habréis podido observar, he hecho una página de Facebook de Memorias de una Desmemoriada, que no es más que el resultado de un ataque de aburrimiento y egolatría. Si aún no le habéis dado a me gusta, adelante, me daréis una enorme satisfacción únicamente comparable con encontrarme un billete de cinco euros en el bolsillo de un pantalón.

Mis queridísimos lectores, Facebook y yo tenemos una relación de lo más tormentosa. Tal y como le sucedía a Catulo con Lesbia, lo odio y lo amo al mismo tiempo (sí, a veces me gusta ser un poco pedante ¿pasa algo?). El mayor problema que le encuentro a esta red social -y a todas en general- es que están cambiando nuestra forma de entender la vida en general y el ocio en particular. A mucha gente ya no le sirve con disfrutar, necesita hacer público su deleite, que todo el mundo sepa lo feliz que es y esto crea, cuanto menos, situaciones desesperantes.

El fin de semana pasado asistí a un concierto de un grupo tributo a Nirvana, éramos cuatro gatos contados (unos 50 humanos aproximadamente) y la mayoría de los ahí presentes parecían estar más pendientes de grabar la actuación con el móvil y sacarse selfies con el escenario de fondo que de saltar berrear y hacer pogo. Evidentemente, todo ese material audiovisual de ínfima calidad iría a parar a Facebook. Me parece más que irónico que cada vez haya más personas que disfruten más exhibiendo sus momentos felices, que con los propios momentos felices en sí. Es la única explicación que le encuentro a este fenómeno.

Otro ejemplo. Hace un frío que pela y el mejor plan es con diferencia quedarse en casa y a ser posible cerquita de un radiador. Tu madre ha preparado fabada para comer y como ya tienes suficientes flatulencias decides tomarte un té en lugar de un café. Al abrir la caja de las infusiones te encuentras una gran variedad, incluso algunas cuya existencia desconocías. Tu té favorito -o mejor dicho, el único que toleras- es el te negro, pero has leído que el verde es más sano y además te parece más sofisticado, así que te quedas con este último. Con tu taza de Mr. Wonderful a rebosar de humeante te verde, sientes repentinamente un irrefrenable deseo de leer a la generación beat. De modo que coges el libro de Jack Kerouak que lleva muerto de risa en tu mesilla de noche desde que lo compraste hace seis meses en Fnac por recomendación de ese rollete gafapasta que al final quedó en nada. Antes de empezar a leerlo miras cuántas páginas tiene y te cercioras de que la letra tenga un tamaño aceptable, no sea que te estés embarcando en una travesía demasiado ambiciosa. Finalmente comienzas tu lectura mientras disfrutas de las quemaduras de tercer grado de tu lengua cortesía de Hornimans. Lees la primera página, la segunda, la tercera, resulta ser tan entretenido que la cuarta página ya la lees en diagonal. Se te va el santo al cielo y decides -con tal de no seguir leyendo- que sería una buena idea inmortalizar ese momento. Encuadras bien, que se vea la taza con el puto unicornio de los cojones, el papelito del té -que se sepa que es verde- así como el título y el autor del libro que estás leyendo -¡que se sepa que eres culta!. A continuación subes la foto a Facebook con algún mensaje de mierda como: Rainy sunday, tea & books. (Domingo lluvioso, te y libros -para los no angloparlantes) Luego sigues intentando leer el libro, pero te truñe tanto que acabas dejándolo donde lo encontraste; lo mismo sucede con el te verde, cada sorbo que das te parece más asqueroso y menos sofisticado. Al final terminas viendo una película de Susan Sarandon en Telecinco mientras te bebes un Cola-Cao  en vaso de cristal Duralex. La película te entretiene mil veces más que el libro, el Cola-Cao está mucho más bueno que el té y estás en la gloria. Entonces...¿por qué no sacas otra foto y la cuelgas en Facebook?

Luego están esas parejas que exhiben su amor de forma casi obscena. Las cartas de amor siempre han sido, son y seguirán siendo empalagosas, pero como su nombre indica son cartas -no cartas abiertas, ni bandos municipales-, correspondencia privada entre dos personas (a veces tres si algún padre o hermano las encuentra y se parte el ojete furtivamente). ¿Habéis visto alguna vez una carta de amor publicada en La Nueva España, justo al ladito de las esquelas o las cartas al director?¿Y un anuncio por palabras que diga "Mari TKM más que a nada". En cambio, a nadie parece darle apuro poner esas cosas tan íntimas en un sitio donde puede verlo muchísima más gente. A mi, sinceramente, me hace bastante gracia o me resulta indiferente -dependiendo del día-, excepto cuando padezco de mal de amores, que me sienta como una patada en el coxis.

No puedo concluir sin mencionar al otro extremo, los que en lugar de deslumbrarnos con su felicidad utilizan la red social como si fuera un psicólogo: para contar sus problemas. No pequeños incidentes del día a día como que te cague una paloma en la cabeza. Problemas, PROBLEMAS. Tú lo ves y entras en EL GRAN DILEMA, ¿le doy a me gusta o no? ¿Si le doy a me gusta lo interpretará como que me mola que esté jodido o como una muestra de apoyo? ¿Pondré un meme de un gatito para que se anime?

Finalmente están lo que yo llamo las telenovelas de Facebook, parejas cuya relación puedes  seguir de principio a fin con solo ver sus tablones de Facebook. 1ºCambio de Estado Sentimental 2ºfotos y mensajes empalagosos de los que mencionaba antes 3ºCanción triste + frase lapidaria (PRIMERA DISCUSIÓN) 4ºFoto + texto de 20 líneas acerca de lo mucho que se quieren (RECONCILIACIÓN) 5º Fotos juntos cada fin de semana (LA MAR ESTÁ EN CALMA) 6º Otra frase lapidaria con la palabra decepción y haciendo referencia a terceras personas, pero esta vez sin canción (HUELE A CUERNO QUEMADO) 7 ºCambio de estado a soltero/a. (THE END)


Comentarios

  1. Totalmente de acuerdo. Yo me borré Facebook, pero al necesitar los grupos de clase me lo volví a crear sin agregar a nadie.

    Padecía eso que dicen ahora del MOFO (Fear of Missing Out), el miedo a perderse algo. Comparaba mi vida con la de los demás y acababa deprimido porque parecía que la gente siempre estuviese haciendo algo interesante y yo no.

    Por cierto, yo no depositaría mucha confianza en las páginas de Facebook. Actualmente las publicaciones que se hacen en estas llegan únicamente a un 7-10 % de la audiencia. A no ser que los seguidores pinchen específicamente en el botón de recibir notificaciones o entren expresamente a la página, habrá un 90 % de los seguidores que no veran lo que publicas. Si quieres que llegue al 100 % hay que pasar por caja. Y cada año va bajando xD.

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  2. No sabía que ese fenómeno -el MOFO- tenía nombre. Nunca te acostarás sin saber algo nuevo. No sé hasta que punto es sano este grado de hiperconexión: whatsapp, facebook, instagram...

    Gracias por tu aviso sobre la política de Facebook, lo tendré en cuenta si algún día me embarco en un proyecto "de verdad".
    Un saludo!

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